IBOSHIM ARCHEOLOGY

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martes, 1 de enero de 2013

Necrópolis des Porxet de sa Joveria (nou hospital de can Misses)

Joan Roig Ribas.

El área de enterramientos, de unos 140m2 de extensión, sumaba un total de 34 tumbas. Las distinguimos en tres tipologías según el ritual: incineraciones primarias (11 busta), secundarias (9) e inhumaciones (8 en cista y 6 en fosa simple). La necrópolis se encontraba contigua, en su vertiente este, a un antiguo camino que separaba sus dos áreas funcionales: la sepulcral y la crematoria. Así, al lado oeste del camino, se detectaron hasta 4 ustrina: emplazamientos donde se realizaban las cremaciones para llevar posteriormente los restos incinerados del finado al área sepulcral; asociamos, pues, estas estructuras a las tumbas de deposición secundaria. 

El abanico cronológico parece prolongarse durante tres o cuatro centurias. Desde inicios del s. I o cambio de Era con respecto a los enterramientos en busta (aunque es muy probable que esta fase se extendiera durante todo el I dC), s. II dC para las incineraciones secundarias y ustrina y ss. III y IV dC para las inhumaciones. Siguiendo este proceso diacrónico, la necrópolis se extendió desde su fase más primitiva de los busta, en el extremo oeste del cementerio y anexos al camino, hasta la más tardía de las inhumaciones en el límite este.

Fotografía general de la necrópolis.

Planimetría.


Supeditando la descripción de los elementos en cuestión a esta taxonomía, a continuación haremos una exposición desglosada de las tumbas estableciendo sus sincronías y diacronías en el marco de un contexto temporal, elaborado desde sus relaciones físicas y los vestigios de cultura material resultantes.

1. Enterramientos en busta: cambio de Era y siglo I dC.
El origen etimológico del término bustum proviene de un acrónimo de la expresión latina bonus ustrum, que vendría a significar buena cremación. Bajo esta voz designamos aquellas incineraciones que podríamos denominar de deposición primaria, es decir, tumbas donde no se realiza un traslado de las cenizas y restos óseos calcinados, sino que el sepulcro se construye in situ. Obedeciendo a este parámetro tipológico encontramos hasta 11 tumbas que corresponden a los números: T-7, 11, 12, 13, 16, 17, 21, 23, 24, 31 y 34.

Bustum T-16.

Bustum T-23.

Ajuar de ungüentarios de T-23.

Bustum T-24.

Ajuar de ungüentarios de T-24.

Bustum T-34.

Detalle del ajuar de T-34.

Ajuar de T-34 después de su reconstrucción.

2. Incineraciones secundarias y ustrina: s. II dC.
Con esta tipología nos referimos a deposiciones de cenizas, normalmente en fosas simples y con tendencia antropomórfica, posteriores a su incineración primaria en ustrinum. La fase englobaba un total de 9 tumbas: T-2, 14, 15, 18, 19, 20, 29, 30 y 32. Se les asociaron 4 ustrina o crematorios: E-30, 34, 56 y 58.

Incineración secundaria T-2.

Hayes 197 utilizada como urna en T-2.

Hayes 197 después de su reconstrucción.

Ustrinum E-34.


3. Inhumaciones en cista y fosa simple: ss. III-IV dC.
Esta fase ritual de la necrópolis englobaba un total de 14 tumbas: 8 eran en cista (T-1, 3, 5, 8, 9, 25, 26 y 27) y 6 en fosa simple (T-4, 6, 10, 22, 28 y 33). Se contabilizaron un total de 4 cenotafios: T-9, 22, 28 y 33. Pero hay que matizar que con este vocablo de origen griego nos queremos referir a su acepción puramente etimológica, a saber: Keno= vacía y thapos= tumba, es decir, aquellos enterramientos que no albergan restos del finado. No podemos otorgarles una significación de monumento funerario en honor a unos restos desaparecidas y/o irrecuperables, ya que la desaparición del esqueleto puede ser debida a factores y causas diversas: por ejemplo a un pH (pondus Hydrogenii o potentia Hydrogenii) altamente ácido de la tierra combinado seguramente con la debilidad de los huesos todavía bajos en calcio de los individuos infantiles (como fue posiblemente los casos de T-22 y 33); el traslado del individuo a un osario; su expolio ... Todas ellas son contingencias que, a día de hoy, son difícilmente escrutables.

T-1.

T-4.

T-8.

T-25




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