ARTHUR RIMBAUD:
"Aquí abajo, no podemos fiarnos de nadie;
los mortales no acarician nunca con dicha sincera;
incluso del olor de la flor brota un algo amargo;
y los corazones agitados sólo gozan de alegrías tristes;
nunca la alegría reconforta sin nubes y una lágrima luce en la risa que duda".
El ángel y el niño.